La historia de la bella Fata
Fotograma de Gato negro, gato blanco. Emir Kusturica. |
A lo largo de cuatro siglos de construcción, lenta transformación y destrucción del puente que une a serbios y a bosnios, se entrelazan diversos acontecimientos, heroicos a veces, infaustos con frecuencia, cotidianos, brutales, en ocasiones esperanzados e incluso monótonos como el ineludible paso de las estaciones.
Una de esas historias habla de un amor imposible y trágico. Es la historia de Fata. He intentado adaptarla a mis alumnos de la ESO evitando la descripción inicial de los espacios y de los personajes y recortando los pensamientos en la noche de la bella Fata mientras oye toser a su padre. Pero llegué a la conclusión de que adaptarla sería como cuando el profesor decide ver la película en vez de leer el libro. Es cierto que tiene mucho de guión cinematográfico, que se presta a la plasticidad de la imagen. Kusturica, gran admirador de Andric, podría hacer de ella una obra magistral. Pero no sería lo mismo que leerla. Literatura y cine se complementan cuando no se solapan. Por eso soy incapaz de comprender a esos docentes de literatura que ponen la película en vez de leer el libro. Conozco a muchos que consideran que ver La Celestina de Gerardo Vera es acercar a los alumnos a Fernando de Rojas. Hay unas cuantas formas de alejarlos y esa es una. Porque así como una imagen vale más que mil palabras, mil palabras no caben en una imagen.
En aquella época, se produjo en la kapia un acontecimiento verdaderamente importante; un acontecimiento del que no existía precedente y que, probablemente, no se repetirá en tanto haya un puente sobre el Drina y una ciudad junto al puente. Conmovió a toda la ciudad y se extendió lejos de ella, por otros lugares, por otras regiones, como una de esas historias que corren por el mundo.
Fue, en realidad, la historia de dos aldeas: Veli Lug y Nezuka. Estas dos aldeas están situadas en los extremos opuestos del anfiteatro que forman, alrededor de la ciudad, las colinas pardas y los verdes alcores.
El pueblo de Strajichta, al nordeste del valle, es el más próximo a la ciudad. Sus casas, sus campos y sus jardines están diseminados por unas lomas y empotrados en los valles que las separan. Sobre el flanco redondeado de uno de esos promontorios hay unas quince casas, sumidas en sus huertos de ciruelos y rodeadas por todas partes por el campo. Es la aldea de Veli Lug, colonia turca apacible, bella y rica, emplazada en las alturas. Forma parte del municipio de Strajichta, pero está más lejos de éste que de la ciudad; las gentes que viven en Veli Lug tienen a una media hora el barrio del mercado, donde poseen almacenes y efectúan sus negocios, como los otros habitantes de la ciudad. Entre ellos y los visegradeses no existe ninguna diferencia, si no es, quizá, la de que sus bienes son más estables y gozan de más seguridad, porque residen en tierra firme, al sol, y no corren el riesgo de las inundaciones; también se caracterizan por ser más modestos y vivir más retirados, libres de las malas costumbres de la ciudad. Veli Lug goza de una buena tierra, agua pura y una hermosa gente.LEER MÁS.
Ivo Andric: Un puente sobre el Drina. Debolsillo, 2009.
Comentarios
Yo tampoco soy partidario de darles una película en lugar de una novela, pero lo que sí es cierto que cada vez es más difícil por no decir imposible que mis alumnos tengan una novela recomendada por mí. No se la compran ni un diez por ciento de ellos. Razones de tipo económico y cultural. No se entiende gastar el dinero en libros y menos con la que está cayendo. Las fotocopias también las tenemos racionadas, así que es complicado hacerles llegar los textos si no es en correo electrónico para que se los descarguen.
Leeré con atención el relato de este libro que algún día empezaré.
Un cordial saludo.
Dices que tus alumnos no compran los libros por motivos económicos y culturales. Sobre todo, culturales. Entienden que un libro es un objeto de un solo uso que, cuando lo terminan, no saben dónde ubicar. Aunque ahora el factor económico influya, la verdad es que, en muchas familias, la compra de libros es secundario. No así, la de dispositivos electrónicos. Así que si pueden descargarlo en el ordenador siempre es una buena opción para que lean. Sobre todo, si son fragmentos de novelas de calidad que puedan dejar cierta huella en su recuerdo.
Un abrazo.
Un abrazo.