Alpinismo de llanura

Ascender cuesta. Qué se lo pregunten a ella.
El título de la entrada no se me ha ocurrido a mí. Lo tomo de un libro ¿de autoayuda docente? del filósofo Gregorio Luri: La escuela contra el mundo. Dice Luri que "se puede practicar o no el alpinismo, pero si se quiere practicar, hay que esforzarse para subir a picos elevados, algunos de los cuales serán de difícil acceso. Lo que no se puede hacer es alpinismo de llanura". Y yo, que coqueteé con la montaña en mis años mozos, no puedo estar más de acuerdo.
Lo que pasa es que olisqueo la presencia de algún ente  malévolo que,como la nada que devora con su niebla los mundos de Fantasía  en La historia Interminable,cada vez que surge un pico, esconde los pies de gato y los mosquetones y allana las montañas. Así que, en realidad no es que no queramos subir, lo que pasa es que, cual ladrón manosarriba que surge inesperadamante, nos colocan ascensores en todas las esquinas.  Y ya se sabe, el cuerpo se engandula pronto y la molicie resulta ser como la bollería industrial: un minuto en la boca y toda la vida en las caderas.
Digo todo esto con los pelos de punta puestos en la tarea docente. 
La evolución del soporte material para escribir nos  ha facilitado mucho el trabajo:  piedra, papiro, pergamino, tablillas, papel, máquina de escribir, ordenador.Pero, ¿puede el medio material convertise en el objetivo final? En una evaluación de 1º de ESO una profesora se quejaba amargamente de la nula competencia digital de una alumna. Sin embargo, esa misma alumna hace cotidianamente sus tareas bien hechas en una libreta que mantiene impecable. A su lado conviven auténticos hackers de trece años que son incapaces de concentrarse cinco minutos en una tarea intelectual. Pero a la vista de los resultados académicos del grupo sospecho que en el alpinismo escolar la inteligencia (que no es redonda pero sí maleable, según mi experiencia) cada vez se relaciona menos con el pensamiento profundo y con el esfuerzo y más con lo intuitivo.
Como escribir cinco líneas seguidas es muy cansado y además exige un esfuerzo se potencian actividades que con un clic (JCLIC y ARDORA) -y sin necesidad de pensar demasiado- nos llevan al éxito. Y  digo esto, no solo en calidad de docente que está desentrañando los misterios de esas dos plataformas, sino como alumna de un curso on-line de inglés con el que he descubierto lo fácil que es convencer a alguien de que sabe más de lo que en realidad sabe.
Lo realmente preocupante de la modalidad "Alpinismo de llanura" es que están apareciendo casos a los que incluso lo liso y llano les resulta cansado y me temo que (en algún despacho burocrático o en la sede de alguna editorial) alguien pueda proponer como deporte de altura el "Alpinismo de tobogán". 

Comentarios

Joselu ha dicho que…
Llevo mucho tiempo en esto (a mi modo de ver demasiado) y he constatado que en todos los tiempos ha habido alumnos de muchas maneras y virtualidades. Pero es cierto que hace veinte años un muchacho de dieciséis años tenía menos dificultades (y más vocación) en redactar una serie de ideas estructuradas también intuitivamente. El texto escrito no era un coco inasumible. Hoy día lo veo así. Los muchachos de dieciséis años son incapaces de organizar cuatro ideas en un texto. Les ofrecemos libros digitales en que tienen que rellenar casillas y no han de redactar o escribir demasiado. Los exámenes de selectividad no exigen un desarrollo amplio de ideas (sería muy subjetivo corregirlo) y todo se orienta a lo esquemático. Pero no son sólo ellos los que han mutado. Yo me observo y no sé si es la edad o el mundo que me ha ido haciendo evolucionar pero no sé si a estas alturas yo hubiera leído varias veces (como hice en otro tiempo) Los hermanos Karamazov, Moby Dick, La montaña mágica... Creo que ahora sería imposible. Hay un libro interesante que conozco por referencias que se titula "Qué está haciendo internet con nuestras mentes". Nuestra vida está unida a internet con consecuencias decisivas y desde luego no prima el pensamiento profundo. Eso es algo de otro tiempo, ha quedado totalmente obsoleto. Ni nosotros somos ya sujetos del mismo (el primero yo) ni nuestros alumnos van a abrazarlo cuando tienen en un clic todo lo necesario. Supongo que es el presente y no cabe lamentarse. Es así.

Saludos.
Chus ProfedeLengua ha dicho que…
El libro del que hablas es de un tal Nichocas Carr y lo tengo delante aunque todavía no lo he leído. Quedará para el verano. No suelo leer ese tipo de libros de divulgación pero estoy muy preocupada por el tema. No discuto las ventajas de Internet ya que a mí me ha abierto muchas puertas. Por ejemplo, ahora escribo escuchando en el Spotify una canción de Roberta Flack (The first time ever I saw your face) que escuché por primera vez cuando tenía 15 ó 16 años. Me pasé años buscándola y hoy al fin la encontré.
Pero perder la capacidad de pensar empieza a traer consecuencias que pueden llegar a ser lamentables para el ser humano (solo hace falta ver los especímenes que pueblan la telerrealidad). Creo que como docentes debemos luchar contra la tendencia a la molicie. Aunque nos quememos en el intento. Hoy estoy contenta y optimisma (gracias a Internet).
Un saludo, Joselu.
Unknown ha dicho que…
Una reflexión muy interesante. Creo que no debemos perder de vista que todo son esto son herramientas que deben servir para otra cosa, no un fin en sí mismo (en contra de lo que a veces observo). Yo también tengo muchos alumnos con "nula competencia digital", algunos muy reacios siquiera a utilizar el procesador de textos. He visto cómo el utilizar determinados soportes les ha animado mucho a seguir escribiendo o creando (ahora estamos leyendo en clase El diario de Ana Frank y ha sido fascinante ver imágenes de Ana o hacer una visita virtual a "la casa de atrás" gracias a la PDI),pero también es cierto que en otros casos estas animaciones o estas herramientas no han tenido más éxito que otras analógicas. En el fondo, es una cuestión de metodología y de planteamiento. Yo también creo que ascender cuesta, aunque ayudemos y animemos a nuestros alumnos en ese ascenso de la manea que mejor podamos.
Chus ProfedeLengua ha dicho que…
Hola, Carlota. Es cierto que son herramientas fantásticas, pero aplicadas a la enseñanza yo empiezo a notar que más que los alumnos, trabajamos nosotros. Yo soy la que está aprendiendo más con las nuevas tecnologías. Yo también noto que se animan más a crear cuando el premio es ver sus creaciones en internet o utilizar el ordenador, pero también es cierto que muchos se pierden en tareas superficiales y el avance es mínimo. Pero como dice Joselu,es el presente.
Un abrazo.

Entradas populares