Alguien pasa de largo y no quisiera ser yo
Del fotógrafo Javier Bauluz |
Esas manos son un rostro. Y no solo porque su autor haya hecho la fotografía intentando reflejar un rostro. Se requiere el esfuerzo de ajustar encima de la nariz los ojos de ver la realidad con otros ojos. Solo así veremos un rostro, con nariz, boca, orejas, arrugas, ojos y sonrisa. Unos ojos que habrían querido levantarse todas las mañanas y ver las colinas de su aldea, las farolas de su ciudad, oír la cafetera familiar en la cocina, esperar estoicamente en la cola del pan con la desidia del que sabe que regresará a casa con sus manos y con sus ojos intactos. Esos ojos no vienen a quitarse las patas de gallo en nuestra sanidad pública. Son manos, ojos, orejas, uñas, voces que se aferran a la incierta esperanza de una vida digna. "A vida é um mal digno de ser gozado" en este mundo que "nao é verdadeiro mas é real" me ha susurrado Pessoa a través del humo de su copa de Macieira. Pero la literatura, el arte, a pesar de sus verdades, de su denuncia, de su conciencia, de su incomodidad, no pueden evitar que a muchas manos los zapatos se les llenen de piedritas que hacen más difícil el camino. Aunque sean otros los que se quejen.
Esas manos, ese rostro, están cargadas de desolación, son un nudo en el estómago en una fotografía artística. Es la denuncia de un mundo insolidario que no ha reparado, por ejemplo, en las últimas noticias que encharcan los diarios, las que aparecen ahogadas por las decisiones de los entrenadores, el precio del marisco y las mentiras de los torpes gobernantes. Esas que hablan de hambre, de carencias, de violaciones, de atropellos a los derechos fundamentales, de guerras a las que torcemos la cara. Por eso huyen hacia nosotros buscando el cobijo que no les damos. No vienen a quitarnos el pan.
Eduardo Galeano, en su Libro de los abrazos, se pregunta cómo el poeta Juan Gelman ha sido capaz de sobreponerse a la muerte de su hijo Marcelo, asesinado por los militares argentinos. Al final concluye: "Si Dios existe, ¿por qué pasa de largo? ¿No será ateo Dios?" No, no estoy de acuerdo con Galeano. Yo creo que si Dios fuese ateo no pasaría de largo.
Esas manos, ese rostro, están cargadas de desolación, son un nudo en el estómago en una fotografía artística. Es la denuncia de un mundo insolidario que no ha reparado, por ejemplo, en las últimas noticias que encharcan los diarios, las que aparecen ahogadas por las decisiones de los entrenadores, el precio del marisco y las mentiras de los torpes gobernantes. Esas que hablan de hambre, de carencias, de violaciones, de atropellos a los derechos fundamentales, de guerras a las que torcemos la cara. Por eso huyen hacia nosotros buscando el cobijo que no les damos. No vienen a quitarnos el pan.
Eduardo Galeano, en su Libro de los abrazos, se pregunta cómo el poeta Juan Gelman ha sido capaz de sobreponerse a la muerte de su hijo Marcelo, asesinado por los militares argentinos. Al final concluye: "Si Dios existe, ¿por qué pasa de largo? ¿No será ateo Dios?" No, no estoy de acuerdo con Galeano. Yo creo que si Dios fuese ateo no pasaría de largo.
Más de 40.000 muertos en Siria en una guerra sin dios, a 24 de diciembre de 2012.
Comentarios
Ayer, un ángel disfrazado de pobre que pide a la puerta de un supermercado, con unas manos muy parecidas a estas que muetras, me dijo que las navidades son para los que no saben celebrar la vida el resto del año. (Toma ya, pensé yo). un fuerte abrazo, Hortensia, me ha encantado tu entrada.
La desgracia es solo para el que la vive. Los demás pálidamente nos podemos hacer a la idea de lo que es.
Pero es bueno que seamos dignos observadores y comprometidos hombres con lo inaceptable.
EL PROFESOR O EL VALOR DE LA COMPASIÓN
Un cálido abrazo.
Me alegra que vuelvas. No conocía tu nuevo blog.
Un abrazo, compañero.