Rebelión en las aulas. Necesidad de la escritura creativa.
Gianni Rodari. En sus entrevistas, el filósofo Emilio Lledó recuerda a su maestro don Francisco que, cuando era niño, les leía fragmentos de El Quijote y, tras la lectura, les pedía a sus alumnos, sugerencias de la lectura. Es probable que, en la década de los treinta del siglo pasado, don Francisco no tuviera que entregar una programación llena de fantasmas vacuos como los estándares de aprendizaje y otros términos pomposos que enmarañan más que ayudan. Es posible, también, que las editoriales de libros de texto no estuvieran ahí, con sus dientes afilados, aplanando la capacidad de enseñanza del profesor, con sus libros novedosos que son siempre el mismo libro y con sus solucionarios (sí, después de 24 años de enseñanza, descubrí que hay solucionarios, y lo que es peor, descubrí que hay profesores los utilizan para no "perder el tiempo pensando en los resultados de los ejercicios", en palabras literales de un "usador" de tales ingenios diabólicos). As