Historia de un paraguas. Álvaro Cunqueiro.


Del graffitero británico Banksy.
Que? Chove ou non chove?

Álvaro Cunqueiro es un excelente narrador gallego (aunque también escribió en castellano) que en una ocasión dijo:
     He de decir que yo narro como he oído narrar. Y así como un pintor francés del pasado siglo descubrió la postura del sembrador, me parece a mí que he descubierto la postura del narrador, sentado en la noche invernal al amor del fuego en la cocina antigua, hablando más para el fuego que para los otros oyentes. En mi país se cree que nada le gusta más al animal llamado fuego que el escuchar una buena historia. Se le ve avivarse, alargar las llamas y batir unas contra otras como si aplaudiese.

Y de esta manera, como quien habla para el fuego en la noche invernal, traza fabulosas historias que acercan al mítico Merlín o al aventurero Simbad a la realidad cotidiana en un ejercicio de realismo mágico y de imaginación que no ha sido -eso creo- suficientemente celebrado fuera de su tierra. Con motivo del centenario de su nacimiento (22 de diciembre de 1911) varias editoriales se han apresurado a reeditar su obra en castellano, una delicia para los sentidos y para el intelecto. Me quedo con sus relatos breves, esos retazos de humanidad cotidiana en los que a veces, cual chispa socarrona o pavesa inesperada, salta el ingenio que nos obliga a ver el mundo desde la perspectiva, por ejemplo, de un paraguas dolido porque aún no ha sido pagado. Esta es la Historia de un paraguas:

Lucinda García fue a casa de su tía la señora Andrea do Carrizo a buscar una docena de huevos bien galleados, que tenía una gallina clueca, una gallina de cuello pelado, que daba muy buena madre. Se entretuvieron tía y sobrina comentando las cosas de la aldea, y con la tarde se pusieron unas nubes, que como por allí suele ser en aquel tiempo, traen una ligera tormenta con lluvia. La señora Andrea le ofreció a Lucila un paraguas que tenía.
_ ¡Lleva el paraguas por si acaso! ¡Lo estrené para la boda de tu primo Severino!
Lucila aceptó el paraguas, y se fue con los huevos camino de su casa, pensando en no más llegar en acostar la clueca famosa. Al llegar a la vuelta de Melín empezó a llover. Vino súbita la lluvia, medio granizo. Lucila posó la cesta de los huevos en el suelo e intentó abrir el paraguas, pero no lo lograba. La lluvia arreciaba, y el paraguas, por mucho que Lucila forcejeaba, no se abría.
_¡Ábrete, condenado! – gritó Lucila, haciendo un último esfuerzo.
_ ¡No me abro! – respondió el paraguas-. ¡No me mojo por nada de este mundo!
La voz era de hombre, más bien gruesa, y prendía algo en las emes.
_ ¡Ábrete, que me mojo!
_ ¡No! - insistió el paraguas_ ¡Además, que aún no estoy pagado!
Y no se abrió. Lucila llegó a su casa, como se dice en el país “mollada como un pito”. Puso el paraguas en un rincón del portal y se fue a acostar a la clueca a la cocina. Al terminar fue a ver si el paraguas se había movido, y lo encontró abierto.
_ ¿De modo que te abriste? – le preguntó, airada, al paraguas.
El paraguas se cerró solo y se subió a la percha, colgándose junto a la gabardina del marido de Lucila.
_ Es que no estoy pagado – comentó -, y esto me avergüenza. Yo estaba muy bien en el escaparate de la tienda, en el Toural, en Santiago, con un letrero que decía “Seiscientas veinte pesetas”, y a me tenía echado el ojo la mujer de un médico para regalárselo a este el día de su santo. Ya me había manoseado, abierto y cerrado. Una señora muy perfumada. Y en esto que viene tu tía, me compra casi sin verme, y me deja a deber. Bueno, es de confianza de la tienda, y tiene crédito, pero me deja a deber, y me lleva a una boda, y después me cuelga al lado de un paraguas viejo y remendado. ¿Por qué me trata a mí así la vida?
Dijo esto último con acento tan lastimero, que Lucila se echó a llorar. Lo cual debió de conmover al paraguas.
_ ¡No te pongas así! ¡Si quieres me sacas ahora a la era, me abres y me dejo mojar, que contra ti yo no tengo nada! ¡Pareces compasiva! ¡Si te perfumaras como la señora del medico de Santiago!
Lucila le tuvo miedo al paraguas, el cual se había bajado de la percha, y se movió alrededor de ella, rozándose contra su cuerpo.
_ ¡Estate quieto, que viene ahí mi marido! – le dijo al paraguas.
El cual se volvió para la percha. Al día siguiente se lo devolvieron a la señora Andrea.
_ Dice que no se abre ni se moja, que no está pagado – dijo Lucila.
_ Non lle fagas caso! – comentó la señora Andrea do Carrizo_. Ten esa teima!
Y colgó el paraguas en el perchero, junto al paraguas viejo, sin darle la menor importancia al asunto.

PARA LEER MÁS DE ÁLVARO CUNQUEIRO EN CASTELLANO:
Las historias gallegas. Editorial Paréntesis.
Obras literarias en castellano(dos tomos). Biblioteca Castro.

Comentarios

Joselu ha dicho que…
Suelo pasar las vacaciones de semana santa y verano cerca de Mondoñedo, ciudad natal de Álvaro Cunqueiro. Allí tiene una estatua sentado frente a la catedral y a una hermosa plaza que seguro que conoces. Por allí pasea a veces el mago Merlín y pasan raudos los peregrinos que van camino de Abadín. Su mundo mágico revela la entraña íntima de una Galicia que está desapareciendo, pero que aún parece existir en esas tardes de lluvia fina (barruzo lo llaman por allí) en que las calles de piedra de Mondoñedo alegran la mirada del poeta de Crónicas de un sochantre. Un hermoso y socarrón cuento. No sabía que era su centenario. No había oído que se le recordara en el día de las Letras Galegas, pero puede ser desinformación mía. Saludos.
Unknown ha dicho que…
De Cunqueiro solo he leído "Merlín y familia", y me pareció delicioso, tanto como esas palabras suyas que citas en tu entrada. Este verano, con motivo del centenario, tuve la oportunidad de escuchar a Pere Gimferrer en un precioso homenaje que se celebró e la RAE, pero creo, como sugiere Joselu, que ha pasado bastante desapercibido.
Chus ProfedeLengua ha dicho que…
Joselu, no se le recordará en el día de las Letras Galegas, sino que empiezan a hacerse actividades para celebrar el centenario de su nacimiento. Como bien dice Carlota, hasta ahora ha pasado desapercibido, solo en algunos colegios de primaria se recuerda fundamentalmente su faceta poética (en el cole de mis hijas ya les han pasado la letra de "Quen poidera namorala", su poema más conocido por las versiones musicales). En secundaria, menos, aunque en nuestro instituto dedicamos el Club de Lectura a Cunqueiro y están leyendo Merlín e familia. Como dice Carlota, es una delicia de libro, al igual que Las Crónicas del sochantre o Si o vello Simbad volvese as illas. Por lo menos esta celebración sirve para reeditar su obra, estoy deseando que lleguen las vacaciones para leer Un hombre que se parecía a Orestes.
Un abrazo para los dos.

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