¡No apartéis a las escritoras!


A pesar de los esfuerzos de ciertos colectivos por recuperar a las mujeres silenciadas y olvidadas (artistas, científicas,...), en los libros de texto (el divinal recurso empleado por buena parte del profesorado) sus aportaciones al devenir de la humanidad siguen ocupando un mísero espacio (un recuadro aquí con la biografía de una científica, un apunte anecdótico allá con la obra transgresora de una artista). Porque el libro de texto, ese ingenio embrutecedor como lo he llamado en otra entrada, está concebido por profesionales que se han ocupado más de transformar la apariencia del mismo que sus contenidos. Parece que el camino para normalizar la figura de la mujer ilustre como digna de estudio en la escuela será largo y no exento de tropiezos. Cuando, con la LOE, se impartía la asignatura de Literatura Universal en segundo de bachillerato, creo recordar que se establecía como parte de los contenidos de la literatura del siglo XX  La literatura escrita por mujeres. De todos los libros que consulté mientras impartí la asignatura solo uno ofrecía ese tema, convertido en una sucesión engorrosa de autoras y títulos. Yo, que trabajo con un material propio, también caí en la trampa de dedicar un tema a las escritoras, como si se tratase de un apéndice extraño, o una rareza, o un compendio de seres peculiares.  Cuando en 2014 se dio a conocer el documental Las Sinsombrero me avergoncé de no haber pensado nunca en las escritoras de la Generación del 27 y dediqué parte del tiempo lectivo correspondiente a esa generación a ver el documental y a reflexionar sobre las aportaciones de estas creadoras, a pesar de que en Selectividad los alumnos y alumnas tuvieran que desarrollar el siguiente tema: Evolución y características generales de la Generación del 27 a través de algunos de los principales autores: Salinas, Lorca, Alberti y Cernuda. A día de hoy ese sigue siendo el enunciado para la Generación del 27. Así ocurre con todos los temas que deben preparar para los exámenes de la nueva EBAU (ABAU en gallego). Hace unos días llegaron a los centros las orientaciones para las pruebas del presente curso. Algo me llamó poderosamente la atención. Parece ser que, a petición de algunas profesoras, el Grupo de Trabajo de Lengua Castellana y Literatura está pensando incluir para el curso que viene un nuevo tema, el último, al final, como un apéndice extraño o una rareza o un compendio de seres peculiares. Este tema versaría sobre las escritoras peninsulares del siglo XX o de las tres últimas décadas. También piensan en la posibilidad de sustituir una de las lecturas obligatorias por  la obra de una escritora peninsular. Lejos de alegrarme me llenó de estupor, me indignó incluso. Porque hacer visibles a las mujeres ilustres silenciadas, olvidadas, asombrosas y "a-sombradas"( en el sentido inexistente de "estar a la sombra de otro") no consiste en estudiarlas aparte como si fueran un apéndice extraño, una rareza, un compendio de seres peculiares o una petición de "algunas profesoras". Lo que hay que transmitir para educar en igualdad es que las mujeres forman parte de un grupo, de una generación, de un proyecto. Cuando explico en 2º de bachillerato el tema La novela española en las tres décadas posteriores a la Guerra Civil: Cela, Delibes y Martín Santos empiezo mencionando a Carmen Laforet y haciendo un análisis de Nada porque me parece una novela fundamental para entender la angustia vital y el desasosiego que provocó la inmediata posguerra, y porque creo que hay que compartir el placer que produce asomarse a una forma de escritura realmente bella y profunda. Por eso, aplaudo que Santillana haya publicado en su editorial Loqueleo una Antología poética de la Generación del 27 en la que recoge, en igualdad de condiciones, poemas de los componentes de este grupo (Pedro Salinas, Pilar de Valderrama, Jorge Guillén, Juan Larrea, Lucía Sánchez Saornil, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Rosa Chacel, Federico García Lorca, Concha Méndez, Emilio Prados. Pedro Garfias, Rafael Alberti, Luis Cernuda, María Cegarra, Elisabeth Mulder, Manuel Altolaguirre, Ernestina de Champourcín, Carmen Conde y Josefina de la Torre). Así, mezclados, sin apéndices extraños. Porque todos y todas fueron la Generación del 27. Porque todas escribieron en el tiempo que les tocó vivir aunque muchas fueran apartadas y olvidadas. 

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