El Amigo Invisible es una ratonera


Ilustraciones de Steve Cutts
Steve Cutts es el director de un cortometraje Happiness en el que los seres humanos aparecen caracterizados como ratas  que buscan la felicidad en un consumismo voraz que los imposibilita para conseguirla. Sus ilustraciones denuncian una sociedad alienada, idiotizada, tecnificada, esclavizada e inconsciente que, al igual que las ratas de laboratorio,  ignora que está siendo utilizada y exprimida para goce de unos pocos que, como ratas de los imbornales, no se dejan ver fácilmente pero dominan el mundo.

Pero es probable que pocos conozcan a Steve Cutts o que se hayan parado a pensar en la certeza de sus aceradas críticas con el fin de reflexionar sobre ellas y no caer en las trampas del consumismo.

Una de esas trampas para ratas, la ratonera para incautos de todas las edades, es el Amigo Invisible, un juego infantilón como pocos que está cada vez más de moda. Tanto en los puestos de trabajo como en las familias como en los centros de enseñanza, una excitación pueril se apodera de los participantes, ávidos por conocer (incluso hay apps para ello)  a quién deben sorprender con un regalito barato de entre cinco y diez euros, algo simbólico que no supone un desembolso importante para nadie pero que justamente por su calidad de nadería innecesaria se convertirá en un derroche.  Miles de personas están comprando en este Gran Mes del Consumo Absurdo una insignificancia para  regalar a un Amigo Invisible que puede ser tu amigo o no, porque lo de menos es la amistad.

Hoy, que el filósofo y lingüista Noam Chomsky cumple noventa años, quiero recordar sus reflexiones sobre el consumismo y su sentido: en una sociedad libre y democrática, donde la población no puede ser controlada por la fuerza, la forma más eficaz de coartar la libertad y de ejercer el control es a través del consumismo, haciendo creer a la gente que  la esencia de una vida digna es la obtención compulsiva de bienes materiales. 

Y una prueba más de ese control son las ratoneras como el Amigo Invisible. Que no te la den con queso. 

Comentarios

Joselu ha dicho que…
Mis hijas participan en estas convocatorias para regalar a sus compañeros algún detalle como bien dices. Alguna vez, mi hija que estaba en un club de basquet, dudaba sobre qué regalar y yo le sugerí que un libro. Se me quedó mirando como si hubiera dicho algo absurdo y fuera de lugar, como si yo no supiera de qué iba la cosa. Al final no sé que regaló, algún pintalabios o una cinta o maquillaje o alguna caja decorada... Libros no se regalan, aunque sé lo complejo que es regalar un libro. A mí no me gusta que me los regalen. Tengo mis propios criterios y no quiero que nadie interfiera en mis lecturas que siguen un ritmo muy peculiar. A veces los he regalado pero no sé con qué grado de acierto porque no me han dicho nada posteriormente. A mis hijas se los regalo y tampoco sé si los leen, me temo que no. En fin...
Chus Galego ha dicho que…
Querido Joselu, me alegra saber de ti.
Por aquí el amigo invisible está muy extendido y creo que tendría que ser objeto de algún estudio serio. Pero no daré pistas porque no sé si me leen personas conocidas que con seguridad se sentirían molestas con mi opinión sobre el tema. Básicamente relaciono el Amigo Invisible con una atroz infantilización de ciertos sectores que lo practican. Y ahí lo dejo...que estamos en Navidad y toca PAZyAMOR aunque sea mentira.
Con respecto a lo que dices de los libros te contaré que, cuando mis hijas eran más pequeñas e iban a los cumpleaños, las madres de muchos compañeros para quitarle importancia a los regalos decían: "Regálale cualquier cosa sin importancia, por ejemplo un libro, lo importante es que lo pasen bien y no el regalo". El libro era el regalo simplón, el regalo de quien no quería comerse el coco comprando otra cosa. Por supuesto yo siempre les mandaba un libro (algunos muy bonitos e incluso más caros que la media para estos eventos) pero casi siempre veía el gesto torcido de la madre y la indiferencia del niño o la niña, abrumada por el parque de bolas y por el consumismo feroz de regalos de plástico. En fin...
Un abrazo, Joselu. Que tengas un buen día y un feliz año.
Orfeo ha dicho que…
No puedo llegar a estar más de acuerdo con el director Steve Cutts, el mundo de hoy solamente valora los regalos más «trending», aquellos que siguen una moda absurda de innovación tecnológica y carente de valor sentimental. «¡Mira! ¡Hace un monigote en 3D de mi cara!», «mi "smartphone" se desbloquea con ver mi cara» y un largo etcétera son comentarios que parecen tener mayor importancia y relevancia que regalar literatura recogida en un libro (como tú bien mencionabas antes), aunque me voy por las ramas... Pocos son los que pueden ver esta vida inmersa en una falsa realidad que solo pretende vender sus últimos inventos tecnológicos remplazando, una vez más, a la víctima de siempre: la literatura (aunque no me gusta darle ese adjetivo, pues está demostrando ser una luchadora que se adapta, como puede, a la tecnología más actual).
La sociedad se pierde cada día más y, lo más preocupante, no podemos hacer gran cosa por evitarlo.
Como decía Alcott: «la enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia».
Un saludo, anhelada profesora.

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